“Los límites de mi
lenguaje, representan los límites de mi mundo”
Los trastornos que se pueden
presentar en este ámbito, son muchos y variados, pueden afectar a uno, a varios
o a todos los componentes del lenguaje, difieren en su etiología, en el pronóstico,
en las necesidades educativas que generan y en la respuesta educativa que
requieren.
Delimitar el concepto de
trastorno, dependerá de donde pongamos el límite de lo normal y lo patológico.
Es un tanto subjetivo, dependerá del criterio del observador que va a emitir el
juicio y de las normas sociales imperantes.
En general, se considera que un
lenguaje normal es aquel que tiene un uso preciso de las palabras según su
significado, un vocabulario de calidad y cantidad, claridad de la articulación,
una forma gramatical adecuada, un ritmo y velocidad apropiados, un volumen de
voz audible, un tono adecuado a la edad y el sexo y una entonación de las
frases en concordancia con su significado y sus necesidades expresivas.
Este caso de normalidad, sólo es
aplicable al lenguaje adulto, ya que en el lenguaje infantil normal, todas o
casi todas estas habilidades están en pleno proceso de desarrollo, sin que se
considere un trastorno, sino propio del desarrollo evolutivo y que de forma
natural o con intervención directa o indirecta, irá desapareciendo sin dejar
secuelas.
No obstante, existe un pequeño
grupo de niños y niñas que sí presentan verdaderos indicadores de trastornos.
De aquí deducimos la importancia de conocer los parámetros evolutivos de la
edad, para no incurrir en errores de considerar patológico lo que es normal en determinados
momentos del proceso evolutivo.
(13 de Julio del 2015
DIARIO EXPRESO UTHBF)

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